La ansiedad es una respuesta emocional normal ante una situación estresante que nos exige cambio. Es normal que se pueda sentir una sensación de miedo, angustia y preocupación ante algunos problemas de la vida cotidiana. Esa ansiedad adaptativa normalmente no debe ser tan intensa y debe resolverse en la medida que las dificultades se van solucionando. Por lo tanto, pudieramos decir que todos los humanos tenemos una respuesta de “alarma” ante situaciones estresantes, que se prende y se apaga dependiendo de la necesidad.
Por ejemplo, una persona después de recibir la noticia de que su hijo está en el hospital empieza a presentar taquicardia, temor, debilidad en las piernas, sensación de vacío en la boca del estómago y sudoración. Cuando llega al hospital verifica que todo está bien y la reacción de ansiedad empieza a desaparecer.
Pero en muchos casos esa reacción de alarma puede prenderse sin que haya un factor estresante o un problema que lo esté desencadenando, y el paciente empieza a presentar ataques de ansiedad, de rápida aparición, en los cuales el sujeto experimenta miedo intenso a enloquecerse, a perder el control, a morirse o infartarse, taquicardia, sudoración, sensación de extrañeza e irrealidad, nauseas, temblor y muchos otros síntomas. Esos ataques de ansiedad sin causa pueden empezar a aparecer en situaciones de tranquilidad; como por ejemplo en la iglesia, en un teatro, mientras se maneja el carro, en el cine o en lugares cerrados.
Al principio, cuando el paciente experimenta el primer episodio generalmente piensa que algo grave va a pasar y muchas personas consultan a urgencias, donde los examenes salen normales y al paciente es dado de alta sin una clara explicación. Con el pasar del tiempo el paciente vuelve a experimentar nuevas crisis, cada vez màs frecuentes y con más temor. Muchos pacientes dicen que los ataques de pánico “son la peor experiencia que han experimentado en la vida”.
Cuando el sujeto ha presentado muchos ataques empieza a desarrollar un miedo por volver a sentir ansiedad, es decir desarrolla “un miedo al miedo”, lo que lleva a que la mayor parte del tiempo piense en la próxima crisis y en las situaciones donde puede volverse a repetir el ataque. Es frecuente que las personas durante todo este tiempo consulten a diferentes médicos y especialistas tratando de buscar una solución, y suelen pasar varias semanas antes de que sea evaluado por un psiquiatra.
El trastorno de pánico sin bien es un problema de salud mental de alto sufrimiento es reversible y tiene tratamiento, y con un buen acompañamiento tanto psiquiátrico como psicológico el paciente puede recuperar su estado de salud y su funcionalidad. El equipo de tratamiento puede ayudar a regular la alarma y prevenir que no se vuelva a prender en situaciones innecesarias logrando que el paciente vuelve a encontrar la tranquilidad en su vida.
